jueves, 6 de enero de 2011

TREBALL SOCIAL I COMUNITAT. DETECCIÓ DE NECESSITATS. PARTICIPACIÓ DELS USUARIS.


 unas previas sobre los conceptos…
Hablamos de acción comunitaria como aquella acción (intervención) que se desarrolla con y desde la comunidad, acción que persigue dar protagonismo a esas comunidades en sus transformaciones, en su mejora. Son acciones que dan centralidad al trabajo y los esfuerzos para que la gente participe y se implique en los problemas que le afectan, de manera colectiva. Cuando la acción es promovida desde profesionales del ámbito de la intervención social, solemos hablar de intervención comunitaria.
El trabajo (social) comunitario es uno de los tres métodos de intervención clásicos en trabajo social, junto con el individualizado y grupal, y es el método que aporta conocimientos, destrezas y técnicas a los profesionales que quieren actuar en el ámbito comunitario:
treball social de casos
treball social de grups
treball comunitari
Millora de les situacions socials personals o familiars mitjançant l’activació de recursos interns i externs.
Treball individualitzat en el si d’un grup.

El grup influeix en la modificació de conducta.
S’aborden situacions socials col·lectives mitjançant l’organització i l’acció associativa.
El grup és un subjecte autònom que es relaciona amb altres grups.
entrevista
gestions del professional
Treball amb altres agents.
sessions grupals
interacció professional - client
treball amb tercers per reforçar els canvis produits pel grup.
reunions
treball amb tercers per afavorir els projectes del grup

El trabajo social comunitario es la intervención social en el ámbito comunitario que pretende (desde una perspectiva global del individuo, a través de grupos y en su comunidad) desarrollar las capacidades personales, grupales y vecinales, fomentando la autoayuda y la solidaridad, potenciando los propios recursos de la comunidad, tanto a través de la participación activa de sus habitantes como la de sus organizaciones formales o informales (asociaciones, entidades, grupos informales, etc.) y como veremos más adelante el vínculo entre personas. El trabajador social puede ayudar a las comunidades a comprender los problemas sociales en su seno y a utilizar los recursos disponibles para dar soluciones que mejoren y fortalezcan a toda la comunidad y enriquezcan la vida de sus miembros.
El término comunidad es uno de los conceptos más utilizadas en las ciencias sociales, se trata de un concepto que puede hacer referencia a realidades muy diversas, originariamente hacia referencia a un ámbito territorial de dimensiones reducidas, en el que existía una compenetración y relación particular entre el territorio y la colectividad, se refería a la “posesión de alguna cosa en común”: un lugar o territorio, (p. ex. habitantes y la relaciones que entre ellos se establecen en un barrio, edificio, pueblo); el conjunto de personas que comparten una herencia social común (tradiciones, costumbres, idioma pertinencia a una étnia, p. ex: comunidad catalana); o personas que comparten intereses afines y están unidas por aspiraciones, valores y objetivos comunes.

Como vemos, tradicionalmente el concepto de comunidad ha incorporado un fuerte carga de convivencia y cohesión entre personas que compartían territorio, condiciones de vida, valores, orígenes y aspiraciones. En la actualidad está noción de la comunidad está sufriendo una transformación profunda. Nuestra sociedad se ha transformado mucho en los últimos años. La expansión de las ciudades, los cambios en el mundo del trabajo, las nuevas migraciones, los cambios en la familia y un largo etcétera de fenómenos configuran unas proximidades territoriales en las que conviven personas de orígenes diversos, con trabajos y condiciones laborales muy dispares, con estructuras familiares mucho más plurales y, como resultado de todo esto, con intereses e identidades mucho más fragmentadas.
Entender la comunidad en su sentido tradicional nos puede llevar a entender los espacios sociales en los cuales intervenimos como realidades sociales homogéneas convirtiéndose en un obstáculo para el análisis de la pluralidad de posiciones sociales, puntos de vista e intereses que se dan en aquellos espacios sociales en los que queremos intervenir.
Partiendo de este análisis podemos considerar que la idea central del concepto de comunidad es el vínculo que se puede establecer entre las personas, existe comunidad en la medida que existen personas que construyen y establecen un vínculo especial entre ellas. Este vínculo se puede construir a partir de intereses, identidades, ilusiones o afectos compartidos, pero sin vínculos no existe comunidad. El concepto de red social puede ayudarnos a entender esta realidad relacional que comunica el concepto de comunidad.
Operativamente, se establecen 4 elementos que estructuran la comunidad:
1.     Territorio, que como antes decíamos cada vez estructura menos las comunidades, podemos complementar este elementos con el de vínculos de otros tipos (proximidad – relación).
2.     Población
3.     Demandas, o problemas que esa población expresa
4.     Recursos de los que se puede disponer

El trabajo comunitario, o la intervención social en y con las comunidades.
El trabajo comunitario es un referente metodológico muy importante para las profesiones del ámbito de la intervención social (p.ex. trabajo social o educación social) y lo podemos entender como un tipo de actividad que pretende la organización de las poblaciones. Se trata de una tarea que se encara con el reto de constituir y sostener un grupo (o varios) en torno a la elaboración y a la aplicación de proyectos de desarrollo social.
El tipo de grupo a constituir puede ser simple; por ejemplo un grupo o asociación. Pero también puede tratarse de organizaciones más complejas o intergrupos; por ejemplo, una coordinadora de grupos, un comité, etc. Se trata de generar nuevos sujetos sociales, nuevos agentes colectivos y/o nuevas estructuras de relaciones entre ellos que permitan encarar la transformación de situaciones colectivas.
Dicho con otras palabras, con el trabajo comunitario los profesionales del ámbito de la intervención social impulsan procesos para la consecución del bienestar social de la población, con la participación directa y activa de ésta en el análisis (diagnóstico), concienciación y resolución de los problemas que afectan a la comunidad y de la utilización, potenciación o creación de los recursos de la misma (empowerment o fortalecimiento).
El trabajo comunitario recibe dos claras influencias metodológicas, dos desarrollos metodológicos separados que pretendieron dar respuesta a problemáticas diferentes:
El de la organización comunitaria[1], esta expresión precede al concepto del desarrollo de la comunidad[2], se utiliza para designar aquella fase de la organización social que constituye un esfuerzo consciente de parte de la comunidad para controlar sus problemas y lograr mejores servicios de especialistas, organizaciones e instituciones. En la actualidad se entiende la organización de la comunidad como: “el proceso de desarrollo programado, a través de la coordinación e integración de las organizaciones, individuos y grupos de la comunidad, que va dirigido a la educación, promoción y participación de los mismos, todo ello siguiendo el marco de una planificación realizada desde “el cuerpo vivo de la comunidad”, teniendo en cuenta la demanda social que esta comunidad realmente expresa y en función de las prioridades claramente advertidas tanto por los administradores como por los técnicos y profesionales, y también por la comunidad misma” (Marchioni, 1989).
Intentando “entender” la definición anterior, podemos resumir la expresión organización comunitaria a partir de sus objetivos:
1.     Proporcionar a la comunidad, o a sectores de la misma, la oportunidad de movilizar sus recursos para resolver o prevenir problemas sociales, ofreciendo a los ciudadanos medios para movilizarse, expresarse y para hacer frente a sus responsabilidades por el bienestar social. Proporcionar medios a las agencias sociales para cumplir eficazmente con sus responsabilidades respecto de la comunidad y medios a los profesionales de la intervención social (trabajadores sociales, educadores sociales, …) para cumplir con sus responsabilidades comunitarias.  
2.     Proporcionar medios de interacción / relación entre los diferentes actores de la comunidad: ciudadanos, grupos sociales, profesionales, instituciones, políticos.
3.     Proporcionar a la comunidad un servicio de planificación del bienestar mediante el desarrollo y realización de planes de bienestar social (p. ex. Planes de Desarrollo Comunitario, Plans Locals D’inclusió Social, etc.).
La segunda influencia metodológica es la del desarrollo comunitario, originariamente se trataba de preparar “la emancipación” de las colonias frente a la salida de los colonos, tenían objetivos como la alfabetización, capacitación laboral… querían preparar la fuerza de trabajo que requerían las industrias instaladas en las colonias. Después será Naciones Unidas quienes perfilan el significado y alcance del desarrollo comunitario: Proceso para suscitar grupos funcionales de ciudadanos capaces de ser agentes activos y responsables de su propio progreso, usando para ello como medios: la investigación en común de los problemas locales, el planeamiento y la ejecución por sí mismos de las soluciones que antes convinieron y la coordinación voluntaria con los demás grupos y con las autoridades oficiales, de modo que se obtenga el bienestar total de la comunidad.
El desarrollo comunitario es a la vez un proceso educativo y de organización: educativo porque la materialización de proyectos es mucho menos importante que los cambios cualitativos que se manifiestan en las actitudes y la vida de relación; Organizativo porque promueve la acción colectiva, reorienta las instituciones y requiere la aparición y la capacitación de nuevos líderes locales.
Sintéticamente, a mi modo de entender, son dos conceptos hermanos y que se podrían entender como momentos diferentes según existan o no recursos para abordar el bienestar de la comunidad. Cuando no hay suficientes recursos (profesionales y sociales) hablamos de desarrollo, cuando si hay recursos pero se trata de optimizar las respuestas hablamos de organización. Los dos conceptos aluden fuertemente a la estrategia de implicar (participación) a la población en el diagnóstico, ejecución y evaluación de las intervenciones sociales que se orientan a la mejorar de su bienestar.
Las intervenciones sociales desde el trabajo comunitario son experiencias que deben permitir a la gente que participa en ellas, adquirir e integrar en sus maneras de funcionar muchos conocimientos y destrezas que, a menudo, han sido consideradas propios de los profesionales.  El abordaje desde el trabajo comunitario contempla 3 dimensiones complementarias:
1.     Concienciación, trabajar la identidad social de los actores, permitiendo la identificación colectiva de los miembros del grupo y la toma de conciencia sobre sus necesidades y potencialidades. Se trata de caminar del yo al nosotros, un nosotros que toma conciencia de cuáles son las cuestiones a transformar para mejorar y desarrollar su bienestar social.
2.     Organización, reforzar los vínculos de cooperación, a la vez internos y externos, fortalecer la organización de ese “nosotros”, caminar hacia un nosotros cada vez mejor organizado e interrelacionado.
3.     Movilización, construir una relación de fuerzas y negociar sobre los retos colectivos y sociales con los actores institucionales, caminar hacia un nosotros cada vez mayor en cantidad y calidad, capaz de negociar con otros actores de la sociedad.

objetivos y beneficios del trabajo comunitario
Podemos sintetizar los objetivos del trabajo a partir del siguiente esquema:

Los objetivos sustantivos hacen referencia a las “realidades” que queremos transformar, cambiar, incidir desde y con la participación de la comunidad.
Los objetivos de proceso se relacionan con la cualidades de la intervención que vamos a desarrollar, se trata de activar conciencias, organizar y movilizar.
Los beneficios podríamos resumirlos a continuación:
beneficis culturals
- Ampliació de les percepcions i l’anàlisi social. Consciència de que altres viuen situacions similars.
- Creació d’identitats col·lectives i grupals (orgull personal i prestigi de barri davant vergonya: soc de Roquetes).

beneficis relacionals
- Trencar amb l’aïllament social
- Augment de la reciprocitat, “bon veïnatge” i solidaritat. Ex: pujem – baixem,.
- Satisfacció individual.
- Es multipliquen les opcions de participació.
beneficis educatius
Escola de participació, organització i treball conjunt
- Les experiències organitzatives són clau per l’aprenentatge.
- Permet alliberar als “oprimits”.
- Aprenem a expressar-nos i comunicar-nos.
beneficis polítics
- Incrementen el nostre potencial per influir en allò que afecta a la gent, per tant per resoldre els seus problemes.
- Participen en la gestió quotidià.

La detección de necesidades: La investigación participativa
En trabajo comunitario la detección de necesidades es una oportunidad para impulsar la participación de los diferentes actores o sectores de la comunidad. Tradicionalmente se entiende la fase de diagnóstico como el momento de obtención de información relevante para el objeto de intervención. En el caso del trabajo comunitario no sólo buscamos “conocer” mejor el objeto de intervención, sino que el diagnóstico se convierte en una oportunidad para poner en relación a los diferentes actores de la comunidad, en especial, poner en relación a aquellos que pueden configurar ese nuevo sujeto social, nuevo agente colectivo que a su vez impulse la construcción de nuevas estructuras de relaciones entre ellos que permitan encarar la transformación de situaciones colectivas.
Este estilo de diagnóstico se acostumbra a denominar diagnóstico colectivo, comunitario o participativo[3] y la principal diferencia con respecto a los diagnósticos más tradicionales en intervención social es que reconoce el conocimiento de la comunidad con la que se quiere trabajar, no sólo el conocimiento experto o especializado que proviene de los actores técnicos / profesionales.
Se trata de implicar a los “no profesionales” en la detección de necesidades, llegando a apropiarse de conocimientos y destrezas profesionales, tratando de incrementar sus posibilidades de autodeterminación.
La detección de necesidades se convierte de esta forma en una oportunidad de acción directa por parte de la “necesitados”. La acción colectiva tiene como eje el desarrollo de un proyecto común que haga frente a un conjunto de necesidades o que haga efectivas las potencialidades existentes en un espacio social determinado.
Construir un diagnóstico colectivo mediante el desarrollo de una investigación participativa es una estratégica magnífica en la construcción de ese proyecto común y un excelente pretexto para desarrollar la movilización temprana que se necesita en el trabajo comunitario.
Mediante la investigación participativa se busca entender más y mejor a los actores y a sus posibles acciones transformadoras, utilizando los datos descubiertos a fin de mejorar la acción y usar la investigación como medio de movilización social. La investigación participativa aparece como un instrumento de promoción de la acción colectiva proponiendo la colaboración e intercambio de personas expertas (investigadores sociales) y no expertas (miembros de la población) como elemento catalizador de la acción colectiva.
Generar conocimiento útil (definir necesidades y potencialidades) y comprobar la utilidad de ese conocimiento mediante la promoción de acciones de cambio son excelentes pretextos para promover la acción colectiva, objetivo final del trabajo comunitario.
Esquemáticamente, las fases a desarrollar en la investigación participativa son:
a.     Definición de la problemática a investigar, el autodiagnóstico y la construcción de hipótesis.
Una de las primeras tareas será promover que el grupo o grupos de la comunidad realicen un proceso de autodiagnótico que permita determinar la problemática que requiere una investigación, el profesional del trabajo comunitario acompaña ese proceso aportando herramientas y conocimientos propias de la investigación social pero siempre con la voluntad de que sean apropiados por quienes tomas parte en la investigación.
Mediante el debate y la actividad de taller con los grupos, éstos construyen formas de conciencia crítica sobre la problemática que les afecta, es entonces cuando podemos construir hipótesis, que no son más que intentos de respuesta a una o varias preguntas bien establecidas entorno a una problemática. Esa respuesta habrá que contrastarla mediante una observación de la realidad. Una o das sesiones pueden ser suficientes con el grupo para elaborar las hipótesis por parte del equipo mixto de investigación, mixto porque integra de un lado a los profesionales y de otra a grupos e individuos de la comunidad.

b.    Diseño de la estrategia de investigación y los instrumentos para recoger datos.
Hay algo singular en la selección de técnicas en este tipo de investigaciones dada su finalidad. Como apuntábamos más arriba, además de producir conocimiento útil, estas investigaciones deben contribuir al desarrollo social. Esta finalidad la conseguimos creando grupos motores o equipos mixtos de investigación y usando preferentemente técnicas de investigación que sean participativas y movilizadoras de la población.

Las técnicas participativas se contraponen a las técnicas cuantitativas (estadísticas, encuestas, entrevistas cerradas..) y a las técnicas cualitativas (entrevistas semidirecta – abierta – grupal, grupos de discusión, audiciones, etc…). La diferencia entre las técnicas cualitativas y las participativas está en que las técnicas cualitativas nos acercan al pensamiento de las personas (opiniones, preocupaciones, actitudes..), este aspecto es compartido con las técnicas participativas, pero éstas últimas también se diseñan para favorecer decisiones, interpretaciones colectivas y conocimientos cooperativos, algo así como querer trascender al propio grupo adoptando una dimensión comunitaria. La diferencia está en si queremos saber la opinión de la gente para enriquecer “nuestra” investigación como profesionales o queremos hacer emerger las opiniones y percepciones de la gente sobre la problemática para que “tomen conciencia” y a su vez pueden convertirse en un sujeto activo en definir la solución. Un grupo de discusión pasa a ser una técnica participativa cuando aquello que toman parte en él después también pretendemos que tomen parte en la solución de la problemática investigada.

c.     Recolecta de datos subjetivos y objetivos.
Una vez diseñada la investigación, que parte de las inquietudes y preocupaciones del grupo o de los grupos de comunidad que participen, aplicaremos los técnicas y actividades previstas, en este caso de nuevo el papel de los grupos implicados en la investigación es activo.
Es también recurrente la obtención de datos objetivos sobre la problemática, en este caso a partir de fuentes estadísticas principalmente que permitan profundizar y contrastar las opiniones y percepciones recogidas.

d.    Análisis de datos y la interpretación colectiva.
Esta fase final ha de permitir orientar el plan de acción comunitaria que desplegaremos con y desde los grupos que han tomado parte, se trata de desarrollar un intervención social con y desde la comunidad por lo que tanto el análisis como el consenso sobre ese análisis se ha de realizar de forma colectiva, esta es una diferencia clara con la intervención social clásica donde muchas veces los profesionales “secuestramos” el conocimiento no devolviéndolo a quienes fueron consultados o implicados en la investigación, si queremos hacer trabajo comunitario ese conocimiento es todos y ha de ponerse al servicio del cambio social protagonizado por quienes viven en primera persona las problemáticas y creyendo firmemente en su capacidad de acción y autogestión.
Este podría ser un esquema válido para la organización de una investigación participativa que persigue la detección de necesidades en y con las comunidades. Insisto en que no es el único esquema posible ya que en los últimos años están proliferando estrategias participativas de diagnóstico de problemáticas y detección de necesidades, por ejemplo: diagnósticos comunitarios, diagnósticos participativos, encuestas deliberativas, etc.

La participación de los usuarios y de la comunidad: la participación comunitaria.
De todo lo anterior podemos deducir que la implicación de aquellos que tradicionalmente hemos considerado como “usuarios” es central en la propuesta del trabajo comunitario, incluso podríamos poner en crisis la propia definición de “usuario”. Seguramente el reto está en empezar a ver al otro no como un usuario sino como potencial actor en su proceso de cambio, aquel que no sólo “utiliza” lo que los profesionales proponemos sino que junto a los profesionales es capaz de proponer soluciones.
En la literatura sobre participación comunitaria se utiliza la idea de la “escalera de la participación” en la que en el escalón más bajo encontraríamos a los “usuarios”, aquellas personas que usan puntualmente servicios que contribuyen a su bienestar, en el caso del trabajo comunitario queremos subir más peldaños y conseguir que esas personas sean protagonistas de las intervenciones, servicios y otras respuestas que se orienten a mejorar su bienestar general.
Subir peldaños se relaciona con la capacidad que las personas tenemos para autogestionar nuestra desarrollo y a su vez relacionarnos con otros para que ese desarrollo no se de tan sólo en un esfera individual sino más bien colectiva, de nuevo estamos ante un axioma central del trabajo comunitario.
En conclusión, la participación de la población en la mejora de su bienestar es un horizonte que persigue el trabajo comunitario, esa participación se expresa en diferentes niveles (los peldaños de la escalera de la participación). Siempre habrá personas que serán usuarios sencillamente, pero el trabajo comunitario nos remite a un escenario posible en el que grupos pueden de forma progresiva tener más parte en la contribución a su desarrollo.



[1] Concepto que aparece por primera vez en EE.UU. en los años veinte del pasado siglo y surge dentro de la profesión del trabajo social.
[2] Expresión que aparece en 1947 en EE.UU. y puesta en circulación por la Oficina de Colonias británica en 1948 cuando se utilizó para designar un programa de acción social gubernamental que desarrollaban en sus colonias.
[3] También hablamos de investigaciones participativas o investigación – acción – participación (IAP), metodología que aparece en las ciencias sociales críticas como respuesta a la intervención tradicional que considera a la población meramente como objeto de investigación, sin capacidad de tomar parte en la misma, Esa población es observada por los expertos quienes deciden qué sucede y qué es necesario hacer, la IAP, la educación popular, las intervenciones comunitarias…en definitiva el trabajo comunitario promueve un papel activo de la población, ésta pasa a ser sujeto activo, no objeto pasivo, de la investigación y acción social.

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